TIEMPOS DE IMPRENTA
OFFSET ALG, EDICIONES DEPORTIVAS era una imprenta, bueno, algo más que una imprenta. El estrambótico nombre procedía de sus inicios a principios del siglo XX, cuando se especializaron en hacer los primeros álbumes de cromos de futbolistas, ciclistas etc. Estaba situada en la calle San Raimundo 31 del barrio de Tetuán de Las Victorias, cuando en el barrio se respiraba casticismo a raudales; los bares olían a gallinejas y entresijos y en las aceras convivían cordelerías, talleres de reparación de electrodomésticos y colmados de toda la vida, con capazos de alubias y lentejas de venta al peso.
En aquella época, pre-fábricas en la República Checa, cada uno de los objetos que formaban parte de un álbum, se fabricaban por separado: la portada en la citada imprenta madrileña y el vinilo, en Tecnodisco, fábrica sita en el Polígono Industrial de Urtinsa de Alcorcón, y propiedad de un ex torero que hizo fortuna fabricando, sobre todo, musicasetes (noventa mil de “Devil Came To Me” de DOVER se fabricaron allí…)
En ALG se imprimieron la mayor parte de las carpetas de discos editados en España desde los 60. Desde los éxitos y fracasos, de los míticos catálogos de HISPAVOX o BELTER, hasta los primeros escarceos independientes de compañías como DRO o GASA. Por supuesto, compañías como SUBTERFUGE, MUNSTER, ELEFANT o ANIMAL también encargábamos allí nuestras carpetas, por lo que no era difícil encontrarte allí con Luis Calvo y los fotolitos de USURA, a Iñigo Muster con el “Bonzomania” de CEREBROS EXPRIMIDOS, Juan Hermida de ROMILAR D, o al Lagarto e Irene Ruiz ilusionados con la reedición del mítico “Fuzz Face” de SEX MUSEUM con su compañía ANIMAL RECORDS. El encuentro con estos últimos siempre eran especiales, por que tenían muchas posibilidades de terminar horas después en las tabernas de los alrededores.
La imprenta estaba dirigida con mano férrea, por el Señor Piñeiro, importante recalcar el matiz de Señor porque de esa manera se dirigían a él todos sus trabajadores y también nosotros estábamos obligados a dirigirnos a él así, orden que acatábamos sin rechistar porque el respeto que Piñeiro nos imprimía, y nunca mejor dicho, era absoluto. Jamás sonreía, jamás de su boca salió un comentario positivo y cada vez que llevabas un nuevo trabajo, literalmente rezábamos porque las medidas fueran las correctas y todo estuviese ajustado al protocolo que él marcaba. Un error en esto podía suponer un rapapolvo que siempre finalizaba, con un cigarro amarrado con destreza a la comisura de su boca, con un “No me haga usted perder tiempo” que te dejaba paralizado.
Después la responsabilidad pasó a manos de El Rana, la persona que ayudo a Subterfuge a despegar en los primeros 90, uno de esos amigos irrepetibles. Del encuentro entre Úbeda y Piñeiro, siempre era posible que saltaran chispas, dos personalidades bien marcadas se daban cita, y alguna vez tuve que intermediar para que la sangre no llegara al rio, recuerdo concretamente la portada del volumen 2 de SCREAMIN’ & SHOUTIN’ fue especialmente conflictiva, debido a los problemas que nos dieron los fotolitos que Pablo Delacruz, el diseñador, había encargado. Y hubo combate Piñeiro vs Rana. Nulo afortunadamente. También recuerdo una vez al Rana, llegando con cajas de portadas de 7”, unas 500, que había traído el solo…¡¡¡En metro!!!, entrando por puerta de la oficina/zulo de la calle Hortaleza, y jurando en arameo. Aún hoy, no me explico como lo consiguió. Lo de traer las 500 portadas, no lo del arameo, que lo maneja fetén, con destreza y actitud.
Aparte de proezas como ésta, el Rana también es el inventor del término encalomar, que dícese ser el proceso por el cual, el vinilo es introducido de manera manual en la carpeta. A la ceremonia de encalomar, siempre eran invitados artistas, dibujantes y colegas fanzineros que venían a visitarnos y así recuerdo perfectamente a WIPE OUT SKATERS, PSILICON FLESH, AUSTRALIAN BLONDE, POP CRASH COLAPSO o los dibujantes LADRON y Borja Crespo. Unos litros, muchas risas, y a pasar la tarde trabajando en cadena.
Época de fotolitos y complicaciones técnicas, cuatricromías y otros quebraderos de cabeza. Referencias marcadas a golpe de letraset, la siempre difícil decisión de plastificar o no esa portada y kilos de ilusión en cada proyecto. Llamar a ALG, que te confirmaran que podías pasar a recoger las portadas, era siempre un horizonte plagado de entusiasmo ante el trabajo terminado y un poco de preocupación ante la perspectiva de algún fallo en color, corte etc.
Un día el mismo Señor Piñeiro me llamó para comentarme que se jubilaba, que dejaba la empresa donde entró de botones cincuenta años antes y que se quería despedir personalmente de mí y trasmitirnos que, a pesar de los pesares, nos apreciaba y habíamos constituido una plantilla de clientes especiales en su recta final como gestor de ALG EDICIONES DEPORTIVAS.
Por cierto, me dijo también que, a partir de ese momento, cuando nos encontráramos, me dirigiera ya el como Piñeiro, sin el señor, se acababa una etapa y con el ese protocolo. Me pareció tierno y emotivo. Nunca más lo volví a ver.