FOTOCOPIAS, GRAPAS Y PEGAMENTO

Me invitan a Delia, la fantástica tienda de música de la calle Delicias 19 de Madrid, a participar en una jornada dedicada a los fanzines, concretamente bajo el nombre de “FANZINES Y CONTRACULTURA”. Me hace una ilusión tremenda; por un lado por poder compartir mi experiencia al respecto en un lugar tan singular y por otro, porque me han pedido les deje parte de mi colección particular para que sea expuesta ese día. Acceder a ella supone una apasionante sesión de apertura de cajas y cajas, de donde voy rescatando números de Clan Orate, Big Hoss, Ansia de Color, Soy tan feliz que me cortaría las venas, Mierda pa tu Serebro, Spanis Sico, Burp!, Quatermass, Fan Comic, Ojalá te Mueras, Underground Scene, TMO, Las perdices vuelan solas, Flashy Pigs, Flamin Star, Komer Karne Humana, Vómito, Cólico Miserere, 2000 Maníacos, Desconcierto, Potencial HC, Retorno a las cavernas, Paté de Marrano, Pussycat, Rebelión en la Granja, Rock Indiana, The Reserve, 32 Pistas,Twang City, La Parturienta, Morgue 47, Dejad que las niñas se acerquen a mí, Euforia, Harlem, El Piolet De Troski, Punk!, F.B.I etc… una buena dosis de ácaros y una avalancha de recuerdos, no sé cuál de las dos cosas hace enrojecer más mis retinas.

Siempre me atrajo el formato fanzine, incluso cuando no sabía ni lo que eran. Con 8 o 9 años hice una especie de gacetilla familiar, un único ejemplar, que bajo el epígrafe de LOS GALÁN, recopilaba anécdotas del entorno familiar, es decir, si Natalia nos había cascado o Iciar había reptado por las paredes (cosa que hacia habitualmente, era la única niña del mundo que cuando se escondía, en vez de meterse debajo de la cama, subía al techo y ahí se quedaba un buen rato cual murciélago) y donde había espacio para la reivindicación social en forma de petición de aumento de la asignación familiar y unas tiras de cómic que hacia inspiradas, más bien fusiladas, en las historias de Josechu El Vasco que publicaba el TBO. Supongo que fue un entretenimiento de fin de semana y aunque no conservo el incunable de esa entrega (lo hice trizas, muy a mi pesar, en un ataque de ira), permanece inalterable el recuerdo de la acción y como voceaba por el pasillo la aparición de este primer número.

Años después empecé a conocer, desde la distancia, la existencia de estos órganos de expresión alternativa, realizados con ilusión y compromiso, a base de fotocopias en la mayoría de los casos, y enfocados más que nada en la autosatisfacción personal de poder hablar de las cosas que sólo a ti y a tu entorno más próximo, interesaba. Así conocí  96 Lágrimas, Penetración, Mental, Deoido, Cadavaer Exquisito, Rokoko, Melodías Destruktoras, Carlinsky, Ansia Languida, Zoo-Lógico, Banana Split, La Peste, Estricnina, Embajada Libia, El Punk! de Manolo UVI y más tarde otros que tanta importancia tuvieron en mi vida como eran Romilar D, La Herencia De Los Munster, Shout!, Mamorro, Atxuko, Nervous Breakdown, Stamp, La Marabunta, Ansia De Color o Big Hoss. Eso sí, el primero que me compré, fue en Murcia, año 1984 y que se llamaba De Luto Riguroso, de él, entre otras cosas, asumí el formato medio folio doblado, como el formato fanzine por excelencia y al que nunca renuncié. Nunca supe quien lo hizo, me encantaría algún día poder hacerlo y darle las gracias, fue tremendamente inspirador.

Después de tibios acercamientos al formato con aventuras efímeras como La Inkordia o Kompresa Raida, y otras más longevas como DIARREA REAL, con cuatro entregas, en junio del 89 aparece el nº 0 de SUBTERFUGE (“The Bloody Groovy Fanzine”) con título de canción de Los Macana y de alguna manera el germen de todo lo que sucedió posteriormente, aunque siempre en deuda con todo lo que había hecho anteriormente.

Como casi todo el mundo, tuve mi momento vocacional con el mundo del periodismo, que afortunadamente me duró poco. Eso sí, siempre me ha gustado investigar, la arqueología musical, y en esos primeros apasionantes momentos, disfrutaba haciendo entrevistas a grupos de las antípodas que tardaban meses en contestar, acceder a enciclopedias de cine para hablar de nuestros héroes del celuloide, investigar en el underground mundial, intercambio epistolar con gente como Jello Biafra, contactar con dibujantes de cómics o con grupos emergentes. Todo ello culminado con el momentazo irrepetible que suponía la fase de maquetación, donde a base de pegamento en barra, tijeras, ampliaciones y reducciones de fotografías y fotocopias, regla, rotuladores, revistas para coger tipografías o cantidades industriales de Letraset, suponía tardes de entretenimiento insuperables. De hecho, creo que era la fase donde más disfrutaba, y es que siempre he sido, en el aspecto fanzinero, tanto del continente como del  contenido. Considero que mi obra culmen, y desde las más absoluta modestia, es la maquetación que va entre el nº 1 y el nº 8 de Subterfuge, en los que conté un aliado de excepción, una fotocopiadora láser que había en una tiendecilla de la calle Luna, donde me pasaba horas y horas aumentado y disminuyendo fotos extraídas del Famous Monsters of Filmand , Fangoria , Psicotronic. Maximun RNR y otro montón de revistas de género, libros de cine de distinto pelaje, ejemplares de El Caso o Noticias del Mundo. Además de generar tramas y fondos para los artículos, extraídos de diseños de camisas o camisetas, cajas de embalaje… Las bolsas, el papel de envolver y los catálogos de Almacenes Arias eran oro.

Eran tiempos de hacer fanzines, pero ya de pensar en editar discos. Cómo ya lo había hecho Juan Hermida, héroe y personaje a reivindicar para entender todo que ha pasado, con Romilar D, o Iñigo Munster con La Herencia De Los Munster en primera instancia, y posteriormente Munster Records. Luis Calvo y la Línea Del Arco después Elefant, y más tarde Soda Pop de la gente de Siesta o Malsonando germen de Acuarela.  Siempre que hablo con alguno de ellos, llegamos a la conclusión de que esa época de fanzines y distribución alternativa, fue una época especial, sobre todo teniendo en cuenta la evolución de los tiempos. Época pre-internet, pre-ordenador, pre-digital, pre-photoshop, pre-todo. Aun recuerdo la llegada del fax a nuestra vida, similar a la llegada del hombre a la luna y como El Rana y un servidor en la oficina de Hortaleza 70, nos quedábamos embobados viendo como salía el papel térmico del aparato.

La distribución absolutamente artesanal, salía con la mochila repleta desde El Parque de las Avenidas, y recorría bares y tiendas de Malasaña para su venta. Sitios donde no solo lo vendían sin llevarse una comisión, si no que enciman te apoyaban con publicidad y cerveza gratis. Imposible no acordarme Rafa Fustes y de La Vaca Austera, David Krahe  y La Vía Láctea, Jonnhy y El Nueva Visión, Juankar y el Muga de Bilbao, Pepe Ugena y Record Runner, los Javis de Discos Del Sur, Yampo y Pilar de El Malandro, Cesar Strawberry y El Legado Social, Poli y La Iguana de Hernán Cortés o  los hermanos Morán en el Maravillas,  la gente del Ramonas donde trabajaba mi querido Ramón Saralegui, el Jam donde pinchaba musicón Suso 77 o el Klash de San Marcos.

También hacíamos intercambio con fanzines de otras ciudades, con Txema Agiriano de Bilbao y su fantástico Mamorro, con Gaby de Palma y el Morgue 47, Las Flores Del Vertedero de Alberto Lodeiros, el Rowed Out, Atxuco, Neurótica , los zaragozanos Desconcierto con el inolvidable Casas al frente, Kick Out The Jams, 3D, Satge Dive o el donostiarra, y uno de mis favoritos, Magic Bus, preludio de esa maravilla en forma de tienda de discos irreductuble que se llama Beltza, sita en la parte vieja donostiarra.

A partir del nº10 de Subterfuge empecé a delegar el aspecto de la maquetación, indudablemente para mal: se perdía el aspecto artesanal en pos de las nuevas formas, vía programas informáticos que le hicieron perder parte del encanto sin duda. A  nivel editorial sí que fue mejorando la cosa, delegando la dirección del fanzine primero a Jose F. León, posteriormente al tándem sicotrónico que formaron Pablo Gil y Mario Vaquerizo y que culminó en los últimos números y entregas en incombustible agitador cultural y multidisciplinar que es Borja Crespo. Aunque en los últimos tiempos me distancié y se convirtió en una referencia más del catálogo, siempre me hacía sentirme bien observar que el inicio de todo lo que supuso a posteriori, se mantenía vivo. De hecho, hasta en casa he jugado a hacer fanzines con mis hijos. Tras el nº 26, sobre el año 2000, no volvimos a editarlo, aunque siempre con esa sensación de criogenización, que quizás provoque la aparición de un nuevo número, el 27….no sé, en el 2019, se hacen 30 años de la edición del nº0, quizás sería una buena ocasión… ¿qué no?