EL IMBORRABLE JOSÉ MARÍA CÁMARA
*Artículo publicado originalmente en forbes.es el 18 de agosto de 2021
La última vez que tuve la oportunidad de hablar con José María Cámara, también un triste obituario fue el motivo. Se había marchado nuestro amigo común Alfredo Fraile, y quería compartir conmigo unas reflexiones, que siempre le agradeceré por su carácter balsámico. Por supuesto, a pesar de la pandemia, nos emplazamos a vernos en breve para intentar poner en marcha algún ciclo musical en sus teatros, su última gran pasión y por la que tanto estaba sufriendo al verlos vacíos. No pudo ser, ni el ciclo ni esa última colaboración.
Forjado en la escuela de la industria musical moderna que supuso la figura de Tomás Muñoz y la CBS de la Torre de Madrid; su figura representa posiblemente la del ejecutivo más poderoso y reconocido de las últimas décadas, siempre con el permiso de los señores Muñoz, Manolo Díaz, Saúl Tagarro, Jesús López o Iñigo Zabala. Estuvo detrás de éxitos como Mecano, Radio Futura o Joaquín Sabina, pero donde realmente dejó huella es en la formación profesional de muchos de los grandes protagonistas de la industria de las últimas cuatro décadas, directivos, promotores, ejecutivos.
En noviembre del 2019, estrené mi podcast Simpatía por la industria musical, en el que reivindico a figuras imprescindibles del negocio de la música, con una entrevista con él. Tenía bien claro que tenía que ser el primer invitado. Casi 100 entregas después, puedo asegurar que ha sido la persona más referenciada a lo largo de las distintas entregas, siempre con palabras de respeto y casi siempre de admiración.
De carácter férreo, le gustaba dar una última vuelta a las cosas. Esto siempre podía sucedía en las famosas reuniones de las tardes de los viernes, en la Avenida de los Madroños, a los que una plantilla extenuada por una semana entera de trabajo tenía la obligación de asistir y —por supuesto— de aportar ideas. Eran los años de su presidencia en BMG Ariola.
De allí, sufrió un inexplicable destierro, siendo trasladado a las oficinas de Nueva York, dónde se le encomendó la labor de planificar un relanzamiento del catálogo de Elvis Presley que empezaba a oler a alcanfor. No solo lo relanzó, sino que hizo que vendiese más de lo que habían vendido en los últimos 60 años las canciones del inolvidable genio de Tupelo.
De vuelta a España, asumió la presidencia de Sony hasta su fusión con BMG Ariola, donde siguió marcando la diferencia, a base de trabajo, esfuerzo, capacidad de dirección y de adaptación a los nuevos derroteros marcados por la revolución digital. Gran activista de la lucha antipiratería, dio la cara siempre por su gremio.
Sus últimos años, y hasta sus últimos momentos, los ha dedicado a la producción teatral, firmando algunos de los proyectos más exitosos de los últimos años en las carteleras madrileñas. Además, siempre estaba dispuesto y disponible, para aportar su experiencia en masterclass, encuentros profesionales… Coincidí con él en alguno de ellos siempre era un auténtico lujazo escucharle.
Una gran pérdida para todos los que nos dedicamos, en cuerpo y alma, a trabajar para generar la atracción, el aplauso y el reconocimiento hacia las propuestas artísticas a las que representamos, siempre desde un planteamiento de pasión y de amor hacia este oficio, más allá de los algoritmos.
Se nos marcha su presencia, pero siempre quedará imborrable su figura y su legado, oro puro para entender todo lo que ha pasado en España, a nivel de industria musical, en los últimos 50 años. Descansa en paz, MAESTRO.